febrero 24, 2008

El accidente (o Los amantes vehiculares o Nada es para siempre)

La imagen y el sentimiento golpearon al mismo tiempo: a mis ojos, el costado derecho de tu coche desgarrado, la pintura arruinada, tus muñecas frágiles temblando y tu voz casi quebrada llamando a la compañía de seguros mientras el hombre del Ford Fiesta vociferaba y hacía enormes ademanes con los brazos, queriendo inútilmente obligarte a retroceder el tiempo; y a mi estómago, el peso del "ya no te quiero" que ponías en el escueto mensaje escrito de prisa entre pavimento, bilis, mentadas de madre y el par de cumulus burlonas que se hinchaban sobre el cielo azul poblano.
La pantallita del celular, dura, me mostraba los datos concretos necesarios, que estoy bien, que no fue nada, rojo, semáforo, tranquilo, ya no llego, ya no puedo, ya no te quiero.
Sí, tranquilo. Los amores que brutales comienzan sólo pueden tener finales como éste: caóticos, de golpe, sin sentido. Qué bueno que estás bien, que si te pasa algo me muero y de todas formas me estoy muriendo. Pero una muerte segura y corrosiva: no como la que acabas de librar, sino de esas en las que de vida sólo te quedan dos o tres meses.
Lágrimas, adrenalina, tus gritos en mis clavículas, tus mordidas en mis labios, mis dedos encerrando tus muslos. Sudor, risa de tarde, elástico, frustración: no se puede estar vivo de otro modo y estoy a punto de agotar todas las reservas
porque
voy a llorarte, a erosionar la enredada alegría, a no dejar ni una gota de angustia. Estarán libres mis venas para la insulsa y blanca calma, la tranquilidad de no tenerte,
el sosiego de desaprenderte,
el descanso de ya no saberte...
en cuanto haya terminado de maldecir al inmenso dolor negro que se abulta en mi frente porque, después de todo, los dolores físicos son más urgentes que los espirituales, aunque los tres hayan llegado de golpe: a mis ojos, a mi estómago
y un ya no te quiero que me descontroló el manubrio, colisionando frontalmente.
Los postes de luz tampoco saben de amores.

14 Comments:

Blogger Roberto A. Pérez Díaz said...

tampoco los agentes de tránsito.
Sin embargo, con todo y una experiencia que raya en la ausencia, no he tenido percances automovilósticos y aún así te quiero.
Besos
kisses
muxua

2:47 a.m.  
Blogger X said...

yo aún no me lesiono en la bici =S

es una proeza, tomando en cuenta que se le sale la cadena 4 veces por semana

9:58 a.m.  
Blogger Roberto A. Pérez Díaz said...

ve a que le quiten un eslabón

3:15 p.m.  
Blogger X said...

Iré
besos

5:58 p.m.  
Blogger Gomita de Naranja said...

que buena eres, caray.

8:40 p.m.  
Blogger X said...

me sonrojo :$

(aunque no me parece muy bueno este cuentito)

gracias

=*

8:56 p.m.  
Blogger Luis Alvaz said...

válgame... una tragedia a lo bárbaro.

"Los postes de luz tampoco saben de amores". Me recordó a un poema que escribí hace tiempo... "Los gatos no saben nada de alergias".

Muy mala mi comparación; sin embargo, tengo que felicitarte, el cuento me atrapó.

11:44 p.m.  
Blogger X said...

Leí ese poema en tu blog.

Vaya, acepto la felicitación...! Gracias. Aunque me parece extraño... es un cuentito medio malo.

1:16 p.m.  
Blogger Lilium said...

Puedes hacer una segunda parte donde una peatona (jaja peatona) rebelde sea casi atropellada? Si no quieres, la hago yo.

Saludos

11:44 p.m.  
Blogger X said...

Házla.
Que el personaje se llame
Jaja Peatona

11:48 p.m.  
Blogger Paiki said...

deberías arreglar esa bicicleta ya. es por tu seguridad y de los que te rodean, ja!

11:50 p.m.  
Blogger X said...

sí sí sí sí
mañana voy a ir por ella
lleva tres días estacionada en la salida del oxxo con la canasta chueca

pero aclaro que yo no soy el individuo del cuento que se da en su madre. Aún no me pasa.

12:04 a.m.  
Blogger X said...

Por cierto, Paiki: ¿Tú conoces a Gael García? jaja

12:07 a.m.  
Blogger Lilium said...

¡Listo!Triste remedo del tuyo, per ya está. Felices...indicaciones de vialidad?

12:32 a.m.  

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