febrero 26, 2008

La filosofía mentirosa

Los grandes héroes hacen grandes cosas por amor, lo sabemos. Pero estamos más acostumbrados a las grandes cosas que se hacen fingiendo amar. El mundo (dis)funciona a base de inventos.

febrero 24, 2008

Ficción mínima

No se suponía que fuera tan pronto... aunque la prontitud es un término relativo, ya lo habíamos hablado por la Juárez, me parece: que si faltan dos semanas no se hacen cinco meses, y cinco meses es un chingo... O no tanto, si se toma en cuenta mi opinión. Veinte semanas, veinte fines de semana, navidad, un puente...Pero cinco, cinco, cinco... No deja de ser simbólico, porque los símbolos son abstractos y es una realidad que cuajó en mi mente antes de que pudiera concretarse. ¿Qué quieres que te diga? -observo de reojo cómo se alzan tus hombros- Nada, claro. Y fue a la quinta noche cuando los amantes se crearon a sí mismos.


El accidente (o Los amantes vehiculares o Nada es para siempre)

La imagen y el sentimiento golpearon al mismo tiempo: a mis ojos, el costado derecho de tu coche desgarrado, la pintura arruinada, tus muñecas frágiles temblando y tu voz casi quebrada llamando a la compañía de seguros mientras el hombre del Ford Fiesta vociferaba y hacía enormes ademanes con los brazos, queriendo inútilmente obligarte a retroceder el tiempo; y a mi estómago, el peso del "ya no te quiero" que ponías en el escueto mensaje escrito de prisa entre pavimento, bilis, mentadas de madre y el par de cumulus burlonas que se hinchaban sobre el cielo azul poblano.
La pantallita del celular, dura, me mostraba los datos concretos necesarios, que estoy bien, que no fue nada, rojo, semáforo, tranquilo, ya no llego, ya no puedo, ya no te quiero.
Sí, tranquilo. Los amores que brutales comienzan sólo pueden tener finales como éste: caóticos, de golpe, sin sentido. Qué bueno que estás bien, que si te pasa algo me muero y de todas formas me estoy muriendo. Pero una muerte segura y corrosiva: no como la que acabas de librar, sino de esas en las que de vida sólo te quedan dos o tres meses.
Lágrimas, adrenalina, tus gritos en mis clavículas, tus mordidas en mis labios, mis dedos encerrando tus muslos. Sudor, risa de tarde, elástico, frustración: no se puede estar vivo de otro modo y estoy a punto de agotar todas las reservas
porque
voy a llorarte, a erosionar la enredada alegría, a no dejar ni una gota de angustia. Estarán libres mis venas para la insulsa y blanca calma, la tranquilidad de no tenerte,
el sosiego de desaprenderte,
el descanso de ya no saberte...
en cuanto haya terminado de maldecir al inmenso dolor negro que se abulta en mi frente porque, después de todo, los dolores físicos son más urgentes que los espirituales, aunque los tres hayan llegado de golpe: a mis ojos, a mi estómago
y un ya no te quiero que me descontroló el manubrio, colisionando frontalmente.
Los postes de luz tampoco saben de amores.

febrero 19, 2008

A tiempo

Cotidianidades

Ya tengo tele otra vez y eso me hace feliz, aunque no la vea.
Los días pasan tranquilos entre gimnasio, SPSS, orden y llegar tarde a la clase de Críticos.
Fidel Castro dice adiós y yo le digo 'hola' a todos los domingos de dulces y Blade Runner que nos faltan.


Mientras tanto me sorprendo con tareas,
con la necia cadena de mi bicicleta

febrero 09, 2008

Por alto que esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo
no habrá una barrera en el mundo que mi amor profundo
no rompa por ti

febrero 06, 2008

Las perras del casero

Entre semana, no existe mañana en la que no me despierten las dos chihuahueñas de mi casero mientras ladran enérgicamente a las ruedas de las bicicletas, a los tobillos de los inquilinos o al pasto. Si por alguna extraña razón logro medio conciliar el sueño después del disonante concierto de ladridos, el que que me despierta de nuevo es el casero con su potente voz militar mientras grita

¡Basta! ¡Pinky YA! ¡Fiiiirmeeees!


De acuerdo, tal vez el "firmes" no lo dice pero así se oye. Y cuando creo que no puede haber nada peor... si no canta, tiene alguna conversación telefónica en la que siempre dirá algo como "Sí, se murió de cáncer en el estómago... estuvo así como un año... Pero bueno, como te decía, lo referente al pago...". Y a mi no me queda otra que levantarme, porque ya se me hizo tarde.

Revolución sin sentido (o los estragos del insomnio)

Sólo por sublevarme diré que no te quiero

No te quiero


Ya sabemos que es mentira

Anecd(n)otitas

Hoy -bueno, más bien ayer- me encontraba por los pasillos de la biblioteca buscando alguna edición no tan pinche enorme pero no tan pinche pinche de El libro de buen amor cuando sonó el tú-tú-tú-tutu-tú tonadita iusacell de mi celular. Era mi mamá. Contesté con un casi inaudible estoy en la biblioteca qué pasó... y me contó lo que a continuación transcribo.

[Bueno, primero que nada y aunque tal vez no lo crean, yo solía practicar tae-kwon-do. Estuve como un año y soy cinta verde. Cuando comencé a ir coincidió con que un par de señoras en sus cuarentas, cuyos hijos entrenaban también, decidieron experimentar por sí mismas el arte marcial koreano en lugar de aburrirse viendo la clase mientras esperaban a sus vástagos.

El grupo era un tanto desequilibrado: los hijos y otros adolescentes de entre 14 y 16 años eran todos cintas negras y nosotras, junto con unos cuantos más, cintas blancas, por lo que había que dividir el espacio tras el calentamiento según los niveles pero-esto-no-es-importante-y-ya-me-estoy-desviando. El caso es que en la clase anterior a la nuestra iba una niña como de 13 años cinta marrón y su mamá, una señora fresísima y bien buena onda, solía llegar por ella cuando nosotros ya estábamos calentando. La mamá se llamaba Nay.

Nay, después de dos o tres idas a buscar, se dio cuenta de que en el grupo estaban estas señoras y un buen día anunció "voy a venir yo también". Y sí, comenzó a ir, a pesar de la pena que en su hija puberta esto causaba. Y quién lo diría, las señoras eran las más entregadas. Como que eso comenzó a rejuvencerlas y sí que peleaban, Nay en especial. Bueno, al menos a mí me sacó el aire una vez, con el peto puesto.

Entre todas trabamos una amistad taekwondoina bastante amena... en una ocasión incluso fuimos a comer pizzas ya no sé ni por qué razón las cuatro señoras (se unió una más al clan), sus hijos y yo.

Pero bueno... llegó el momento en que dejé el tae-kwon-do, un poco antes de entrar a la universidad. Y la verdad no volví a pensar mucho en el asunto. Hasta hoy].


- ¿Recuerdas a una señora bonita que iba a entrenar contigo?
- Mmmm, sí. ¿Qué tiene?
- Bueno, pues vine a dejar a tu hermano a su clase y ¿quién crees que la da? ¡Ella!
- ¿Nay?
- Sí, ¡ya es cinta negra!
- ¿A poco? ¿De verdad? ¡Qué padre! Sí... ya pasaron más de dos años...
- Sí, bueno, en realidad ayuda al profesor pero aún así... ahí sigue.


Y no sé, esta pequeña noticia me alegró la tarde. Nay habrá tenido unos 37 años cuando comenzó a entrenar, edad en la que algunas personas sienten que ya están dando el viejazo o algo así... qué tonterías. Me dio gusto, mucho gusto y me pregunté ¿qué estaré yo haciendo a mis treinta-y-tantos-casi-cuarenta? Nunca hay que dejar de reinventarse.

febrero 04, 2008

Fin del puente

Nada como un lunes con cara de domingo
vistiendo mi pants negro de siempre (jamás lo tiraré jamás lo tiraré) y disponiéndome a limpiar mi casa


febrero 03, 2008

Formalizar un compromiso

es hacer público que cuando no están en público
ustedes tienen sexo