julio 31, 2008

Lo que tú necesitas

Ante mi emoción constipada y el cemento en el estómago, necesitaba sentir algo más. Así que me lancé en mi camioneta de mamá (describo la escena para que me imaginen) por una película. No quería una comedia porque no iba a reirme, ni tampoco algo de amor que me hiciera aprenderme frases como "....bla bla bla yakiris makiris". Así que fui honesta conmigo misma , busqué y encontré esto:



Justo lo que necesitaba: Una película de "suspenso" protagonizada por Jessica Alba.
Honestamente, ¿qué más podría pedir?

julio 27, 2008

Blancos

Si no hubiese optado por -y tenido la posibilidad de- estudiar el certificado en literatura a la par que mi carrera, no sé qué haría. Eso de 'certificado' seguido por una palabra como 'literatura' se oye ridículo, pero conforme avanza el plan de estudios de Comunicación y se atiborra cada vez más de cosas que tienen un olor 'organizacional', se me hace como una piedrita de yeso en el estómago. A mí podrían hablarme todo el tiempo de gramática, significados, historias, palabras y yo sería muy feliz.
Lo soy, es sólo que ahora tengo que ingeniármelas para encontrarle el placer a lo que hago.


julio 21, 2008

Consejos

- Nunca quiero volver a sentirme así y pronto me daré cuenta que ni al caso y estaré peda en algún antro y amaneceré feliz en alguna cama... tal vez la mía
- Amiga, solo puedes amanecer feliz en la tuya

[Hacer que esto vuelva a ser verdad]

julio 19, 2008

Debraye 1 (etílico)



Hace un verano yo era miserable. Tan miserable que Rimbaud se habría quedado pendejo a mi lado. Es más, era tan miserable que un atardecer cualquiera me habría provocado lo mismo la inspiración necesaria para escribir un poema barato o la ambición que se requiere para pegarse un tiro. No hice ninguna de las dos cosas ¡dah! Primero porque yo no escribo poemas baratos y segundo porque creo que nunca he visto una pistola en mi vida. Pero sí, era miserable. Tanto, que era feliz. Ese es el primer y universal síntoma: ser un infeliz radiante. Todo lo demás viene por añadidura.

Y así, yo iba deliciosamente desdichada por la vida, lamentándome por mi mala suerte: no tener al objeto amado a mi lado (añadir suspiro). Sus ojos y su cabello eran lo primero que veía al despertarme y lo último que veía al dormirme y, como si no fuera poco, también los veía entre sueños. Uh, y eso de desarrollar un fetiche con la almohada y abrazarla deseando que en realidad fuese esa persona era lo mejor. Delicadamente patético, diría que hasta sublime. Y si no me creen, los reto a que tengan la disciplina necesaria para llevar a cabo el ritual que quieran con tanta devoción (no es fácil, pero cuando estás enamorado haces gustoso ese tipo de cosas que no te llevan a ningún lado).

Yo estaba tan enamorada que para mí significó un suplicio irme a Toronto por aquellos meses. Ya que me iba a subir a un avión, Toronto era el último lugar al que quería volar.

- Ven a Toronto

- ¿Tú me vas a pagar el boleto?

- Si pudiera

No podía, así que me fui y me dediqué a estudiar y a hacer colas interminables para subir lastimeramente a la CN Tower, a lágrima suelta mentalmente porque aun estando en el punto más alto del mundo me era imposible verle. También recorrí el barrio chino, me subí al metro y me besé a un güero pensando siempre en sus ojos, en sus manos, en sus letras y en su nariz . Estaba enamorada y era hermosamente infeliz por ello. ¡Se siente tan bonito! En el camioncito coreaba a Damien Rice con aquello de you step a little closer each day y me regocijaba enormemente.

Pero bueno, eso no era amor. Yo creía que sí y lo hacía sinceramente, pero no. Verán, me dejó cosas buenas, como una beca del 50% que busqué desesperadamente para poder irme de intercambio (al final no me fui/no me he ido) y algunas letras tipo aquel cuentito sobre una niña que se metía al mar y se volvía espuma (pinchar aquí). También me dejó un 9.2 en la clase de introducción a la investigación social, porque había que realizar un ensayo interpretando hermenéuticamente alguna canción y yo sin pensarlo dos veces escogí Entre Pairos y Derivas de Fernando Delgadillo, la cuál le había dedicado mil veces y me recordaba a “nuestra” situación. Ni qué decir: escribí el ensayo con maestría y el profesor elogió mi interpretación. No lo dudan, ¿verdad? También me quedé con infinitas noches de tristeza, juramentos imposibles pero sinceros, un par de cartas, cientos de mails, algunas fotos y buenos recuerdos que ahora me dan risa (y otros que me perturban).

Pero no fue amor. Pudo haberlo sido, podría serlo… pero no lo fue. ¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

Porque fue pre-amor (aplausos para mi acuñación chafa del término). Lo quiero decir, mis queridos pupilos (si es que han llegado hasta aquí) es que el amor tiene que ser mucho más que buenas intenciones, emoción, sueños bonitos y chaquetas mentales del tipo (y del otro). Es más: tiene que ser mucho más que escuchar bossa nova y viajarse con eso (que se jodan a Marlango. Perdón. Marlango no es bossa nova pero estoy escuchando una canción suya y no puedo evitar sentirme irremediablemente triste. Pinchar aquí. Me embriaga. Prosigamos).

Lo que yo realmente quería en esa etapa de pre-amor, a lo que realmente aspiraba y lo que verdaderamente deseaba, era llegar a ese punto de estabilidad emocional con la otra persona en el que todo se vuelve monótono. Es que ahí empieza lo verdaderamente bueno. Sí, son las cuatro de la mañana pero no se me zafó ningún tornillo. Sufriremos, nos emocionaremos y todo lo bueno que quieran durante esos primero meses de romance, pero nada resulta más fácil que prometer amor cuando uno tiene un nuevo par de nalgas qué tocar, especialmente cuando todo el proceso para poder acceder a ellas fue maravilloso. Si no me creen, no retarán la autoridad de Jim Morrison. ¿Por qué creen entonces que en una canción titulada “Touch me” reclama magistralmente aquello de “What was that promise that you made?” Y sí, la promesa que la otra persona, pendeja enamorada, hizo, decía algo como: “I’m gonna love you ‘till the heavens stop the rain…”. Vamos, que eso lo puede hacer cualquiera (tal vez con otras palabras).

Pero qué diferencia es llegar a ese árido momento en el que las endorfinas se calman, las diferencias crecen y el sexo se pone raro... manteniendo lo que uno solía decir. Ahí sí que se necesitan gónadas o lo que sea que tengan. Ese es el verdadero y único momento en el que se prueba lo que uno, ojos de venado, prometió. Por eso, para todos aquellos que se quejan y que huyen, para los que no resisten, yo les grito con aliento a smirnoff: ¡No mamen!

¡Vamos! Como si el amor se tratara de estar siempre enamorado. El amor es una plasta horrible que te ahoga, que te quema, que te aburre y fastidia… pero que al mismo tiempo te premia con cosas tan necesarias como un aliento dulce conocido o la temperatura del cuerpo querido. El amor no se trata de mirar al otro con ojos de borrego todo el tiempo–qué hueva-, sino de seguir con la misma persona incluso cuando eventualmente se piensa en otra. Es que todo el mundo se alarma pero ay, por favor, quien no lo haya hecho que tire el primer condón, lance la segunda piedra o vaya a conseguirse una vida. Amor es mirar al doppelgänger de Brad Pitt, de Angelina Jolie o de Elton John, que viene a fastidiarte cuando estás haciendo el amor y decirle: “Mira Brad/Angelina/Elton, me encanta que vengas a rascarme los muslos de esta forma pero déjame advertirte que la persona que me está mordiendo la mejilla/acariciando la entrepierna es MI persona y el hecho de que tú estés en mi mente no significa que tengo la más mínima intención de que realmente lo hagas”. También está el típico caso del primer amor/ex novio. ¡Qué puto fastidio! Miren, sólo por el hecho de estar leyendo mi blog los aprecio y por eso les voy a dar un consejo: no sean pendejos. Es decir, ¿realmente creen que su ex/su primer amor fue/es tan maravilloso que de alguna forma será inmune a ese fantástico momento de monotonía que nos espera a todos los que nos emparejamos? Hagan lo que quieran, pupilos. Yo no soy nadie para decirles como actuar, pero no vengan después a lloriquearme porque resultó ser lo mismo ya que me doblaré tanto de la risa que será necesario llevarme a la clínica de la UDLA para que me nebulicen.

Hoy, mientras brindaba con Klud en el bar de Sanborns antes de entrar a ver Batman (Ja!), llegamos a varias conclusiones etílicas. 1) Cuando el amor se siente como si te hubieran inyectado limón en las venas, eso ya no está chido. 2) No tener un amor es bueno porque te deja tiempo para escribir. Y 3) -----hip, hip.

Relevante.

Todo el debraye anterior, que ya perdió el punto, era para repetir lo que Maroon 5 ya dijo tan bonito, tan bien y con música dos-dos: I’ve had you so many times but somehow I want more. ¿Para qué le buscamos? El amor es eso (o al menos 'algo así', no quiero decir que Maroon 5 me instruye en cuestiones de amor). Yo, con el amor que les contaba y que no les voy a aclarar si me lo inventé o de verdad existió, me quedé en la primera etapa. No tuve la ocasión de no desistir. Ni modo, se quedó en pañales. Pero, de verdad, y eso platicaba con mi amiga [creo], no se puede estar siempre enamorado de la misma persona. En una misma relación uno se enamora y desenamora ufff, un chingo de veces, pero ama de forma constante. Y amar no es levantarse todas las pinches mañanas a matar tres pollos sino comprometerse, estar ahí. Yo [ya sé que a nadie le importa pero es mi blog y lo voy a decir] no cambiaría por nada la preciosa costumbre del amor, ni siquiera por la emoción del principio. No dudo que esa emoción sea la base pero... ¿Después, qué? El amor es un hábito. Bueno o malo, esa es otra cuestión y yo yaaaa me voy a dormir. Le paso la bolita a otro. Saludos.

[Los dejo con la mencionada canción de Maroon 5 que habla sobre mariposas y compromisos, y que considero muy relacionada con el tema. Para leer la letra, aquí. Disfruten el video, como ya saben está fresa, chistosón y tiene morbo].

Besos tristes.



julio 18, 2008

Cruz cruzada sobre en el inodoro. No hay mejor lugar para el amor que aquel que te obliga a concentrar toda la fuerza en el vientre y te abre las piernas. A resistir el peso y mantener el equilibrio cuando un movimiento en falso, mínimo, podría destruirlo todo, pero donde aún queda espacio suficiente para un violento apretón de senos, para una desesperada mordida en el mentón y la lengua que, húmeda, taladra suavemente los oídos. El amor se nos cuela por las ranuras del cuerpo, nos escurre los intestinos y nos gotea en las anginas. Llega al estómago, se nos sale por la boca. Y con ternura espiamos los ángulos que formamos. Somos la geometría blanda que pende de un hilo. La geometría suspendida que de tan laxa se me escapa entre los dedos.

julio 17, 2008

1002

C: (...) que sepan, sis, que ya estás en el mercado de nuevo
T: (ofendida) ¿¡Como un producto!?
C: Se llama posicionamiento
T: Mal, muy mal


[Love me, love me. Say that you...] Just say that you need me

julio 12, 2008

1.2

Ya olvidé qué iba a escribir, pero era bueno.
Bueno, yo qué sé.

1.1

La soledad es cabrona. A veces nos lleva a decir que sí.
A veces nos hace decir que no.
Y nunca nos hará estar conformes.
Siempre cojeando.
Siempre.

julio 04, 2008

Solicitud

¿Alguien tiene algún consejo tonto -mientras más tonto, mejor- para esos momentos/días/semanas en los que te sientes como el quinto cero a la izquierda, con una opresión oscura en el pecho y en verdad te parece que todo vale mucho, menos tú? Para esas horas alargadas que se estiran hasta reventarse como un elástico en la nariz, y tu cama por las noches te da miedo [porque sólo significa una cosa: pensar (y sentir. La madrugada empequeñece los músculos y las sensaciones se amplifican insoportablemente)].


O aunque sea un consejo medianamente inteligente,
pero que funcione.
Y que por favor no implique ningún abrazo.


Gracias




[Escuchando: Las de la intuición, de Shakira, que llega desde el Tigre-]