septiembre 21, 2006

No sólo es fea sino que estaba vestida con la ropa más "out" que alguien de entre 18 y 20 años podría usar: una especie de conjunto de blusón y pantalón que sólo una señora fodonga de más de cuarenta años usaría para un reunión semiformal de oficina. Se veía fuera de contexto y, a diferencia de otra veces, iba maquillada. Las uñas de sus pies estaban pintadas de un rojo oscuro que para nada combinaba con el azul cielo de la vestimenta (si acaso, con los labios pintados también de rojo).
Estaba sola, como siempre, en medio de la pista de baile mientras todos los demás practicábamos las vueltas de cumbia que recién nos habían enseñado. La vi de reojo entre una vuelta y otra. Como a la décima vuelta mis ojos se volvieron a topar con ella, que ya no se encontraba en la pista sino en una banca, mirándonos a los demás con ojos perdidos y la boca semiabierta.


- Ya me mareé - dijo mi pareja de baile
- Yo también - contesté- voy a tomar agua

Nos encaminamos al garrafón.

-Oye- le dije- ¿por qué no bailas con ella? Está sola y este wey -el maestro-está afuera.

Bailaron unos momentos. Yo me senté en la misma banquita a verlos y a los pocos segundos me pidieron que le explicara a los pasos de la mujer. Lo hice. El maestro entró. Mike volvió conmigo y nos fuimos a nuestro lugar.

- Ahora van a agregar este movimiento...- y el profesor tomó a su ayudante, una chava voluptuosa que siempre está con él. Todos miramos.

Vueltas de nuevo. 1,2,3,4... y la veo otra vez. Se dirige hacia el maestro, en la parte de atrás del salón. Le pide que baile con ella. Él la rechaza con alguna razón que no imagino, puesto que ella también pagó $1800 para tomar la clase. Él le dice que no y le da la espalda para seguir platicando con la voluptusa, que está sentada en una silla, junto al estéreo. Ella, mirando el piso con la boca siempre semiabierta, vuelve al centro de la pista e intenta copiar los paos de una pareja que gira y gira, pero es imposible. Mira confundida a su alrededor, abre un poco más los labios, mueve un poco los pies.

...5,6... odio al maestro por rechazarla...7,8,9... yo me habría salido del salón en ese instante ...10,11,12... siento compasión por ella...13,14,15... pero la admiro por seguir ahí.

Dijo Saramago que a cada instante alguien mata a la justicia, al otro lado del mundo o en nuestras narices.


(El semestre pasado, el folleto de talleres ponía "se recomienda pareja", no que era indispensable. Este semestre ni siquiera eso. Me pregunto si también habría rechazado a la francesa, a la canadiense o a cualquier otra del grupo)

3 Comments:

Blogger Roberto A. Pérez Díaz said...

¿habrías tu bailado con ella?
me pregunto si la profeco atenderá casos asi

8:06 p.m.  
Blogger X said...

Lo pensé, pero no me sé los pasos masculinos

8:18 p.m.  
Blogger Kaukisella said...

En estos momentos detesto ser mujer y ser medida por mis medidas.
Aunque a mí siempre me sacan para bailar... que se jodan, no bailo con hombres juajuajuaaaa xDD

6:39 p.m.  

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