junio 08, 2007

Reportajillo

El aborto, una realidad mexicana


Un tema difícil

Se define al nacimiento como el principio de algo. De una persona, se dice que empieza su vida cuando nace, y es a partir de este hecho que en muchas culturas comienza a contarse la edad de un individuo. La palabra latina para nacimiento, orior, tenía su contrario, aborior, del cual proviene la actual palabra aborto: lo opuesto a nacer.
El aborto es un tema complejo porque toca fibras éticas, morales y sociales que entrañan una de las preocupaciones más profundas de la humanidad: la dualidad vida-muerte.
No es un tema fácil. El profesor Netzahualcóyotl Santos Gonzáles, licenciado en filosofía por la UAEM y coordinador del área de Humanidades de la Universidad Interamericana para el Desarrollo, en Coatzacoalcos, se refiere a la cuestión del aborto como “un pleito que va a ser constate”: por un lado se encuentra el gobierno, por el otro la iglesia como institución y, en medio, con un sinfín de matices se hallan los argumentos basados en la razón, en la fe personal, en los testimonios, en las opiniones subjetivas y en la difusa frontera que separa el fin de la libertad y el principio de un derecho, o el punto en el que convergen el término de un derecho y el comienzo de una libertad.

El fin [no] justifica los medios

El pasado 24 de abril, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal resolvió despenalizar el aborto en la Ciudad de México. El padre Fernando Altamirano Zúñiga, rector del Seminario Mayor de la ciudad de Coatzacoalcos, señala la diferencia que existe entre los términos despenalización y legalización. “El aborto sigue siendo un delito –aclara- no se ha legalizado, se ha despenalizado. Tan cierto es, que quien lo comete fuera de estas circunstancias ´atenuantes´ que se han dispuesto, debe pagar e ir a la cárcel”. Pero los hechos demuestran que, independientemente de las contemplaciones legales, el aborto se realiza.
Alrededor de tres mil mujeres mexicanas mueren anualmente a causa de abortos clandestinos. Partidarios del aborto recogen en tal cifra uno de sus principales argumentos a favor de la legalización del mismo, que bien puede resumirse en la frase con que la diputada por el PRD, Leticia Quezada, concluyó su exposición ante la Asamblea Legislativa en el pasado debate del mes de abril: “Aborto legal para no morir”. En respuesta a esto, y desde una perspectiva que también apuesta por la vida, al declarar que “matar legalmente para no morir clandestinamente” es la traducción correcta de la afirmación de la diputada, el padre Altamirano reafirma su convicción de que “el fin no justifica los medios”.
En el estado de Veracruz, el Código Penal –que rige también a Coatzacoalcos- declara al aborto como no punible en cuatro casos:

- Cuando es causado por imprevisión de la mujer embarazada
- En caso de violación o inseminación artificial no consentida
- Cuando la vida de la madre corre peligro
- Si a juicio de dos médicos el feto padece de alguna alteración que dé como resultado el nacimiento de un ser con trastornos físicos o mentales graves

Estos puntos coinciden con la visión de la Ética cuando expone, por ejemplo, que por cuestiones de malformaciones genéticas sí es viable la realización de un aborto. Tal como el profesor Santos Gonzáles lo indica “la ética dice que sí, porque el ser humano está llamado al mundo a realizarse como persona y para ello necesita de todas sus facultades”. Por su parte, el judaísmo manifiesta a través de la Mishná –compilación de las leyes judías- que se permite el aborto cuando la vida de la madre peligra; posición contraria a la del catolicismo, que bajo ninguna circunstancia admite la práctica de lo que considera “un delito abominable, un mal moral grave”. “No será delito si ante la situación vida de la madre o vida del hijo se opta por prestarle la mayor atención a uno de los dos, tolerando que la otra persona fallezca, pero incidir directamente sobre uno para favorecer al otro, lo es” explica el padre Altamirano.

Un estado laico y plural

El presidente del Colegio de Abogados Católicos, Armando Martínez, declaró que en el país se debe defender una “cultura de la vida y no de la muerte”. Velando también por la vida, María Luisa Sánchez, directora del Grupo de Información en Reproducción Elegida, se declara “a favor de evitar que las mujeres mueran desangradas por someterse a abortos mal practicados”, tal como apareció publicado el mes de marzo en el portal de BBC Mundo, en torno a la entonces “posible legalización del aborto en la capital mexicana”.
Tonatiuh González, diputado del PRI, afirma que la opinión de la Iglesia no debe tener peso en decisiones que atañen únicamente al contexto del individuo. El profesor González Santos explica que, efectivamente, la Iglesia no tiene participación en asuntos de gobierno pero que su alto impacto social es innegable, y que éste se ve justificado en un asunto de género como lo es el aborto ya que “el catolicismo se encuentra más conglomerado por mujeres que por hombres”, independientemente de que las mujeres no tengan una participación directa en la Iglesia como institución. “[La Iglesia] sí tiene voz, y está bien que la tenga como participación social, como punto de defensa, como punto en contra. Es bueno”, apunta el profesor. Por su parte, el padre Altamirano manifiesta que a los bautizados “sí les toca implicarse en la vida ordinaria de sus respectivos estados”.
Sin embargo, el Estado Mexicano continúa siendo un estado laico cuyos procesos legislativos, si bien respetan e integran la pluralidad ideológica de los partidos políticos y de los actores sociales que lo conforman, buscan ante todo el bienestar de sus ciudadanos. En el caso del aborto esto es particularmente importante ya que constituye uno de los puntos centrales del debate: el aborto clandestino representa un serio problema de salud pública. En México, es la tercera causa de muerte materna.

Argumentos a favor y en contra

“Vive y deja vivir” se leía en el material expuesto por los grupos antiaborto que buscaban manifestar su total rechazo hacia la propuesta de despenalización.
Por su parte, la Red Latinoamericana de Católicas por el Derecho a Decidir, manifiesta en su sitio de Internet su interés por que las jóvenes católicas ejerzan plenamente sus derechos sexuales y reproductivos “para lograr una ciudadanía completa” y por que la sociedad y la Iglesia reconozcan su “capacidad moral para tomar decisiones éticas”.
La escritora mexicana Elena Poniatowska asegura que “despenalizar el aborto es uno de los varios pasos que hay que dar para prevenirlo”; el padre Altamirano, con el respaldo de su fe católica y el de sus estudios teológicos y morales realizados en la Universidad Pontificia Urbaniana en Roma, sostiene que “el aborto no resuelve ningún problema: no resuelve la violación, ni la delincuencia, ni las perturbaciones; no soluciona el hedonismo ni el permisivismo”, afirmación congruente con la que emite la asociación civil Pro Vida en voz de su director, Jorge Serrano Limón, que califica a la reforma que despenaliza el aborto en la ciudad de México como “el peor genocidio” en la historia del país.

Todos a favor de la vida

Aparentemente, el tema del aborto divide a la sociedad mexicana en dos: quienes lo detractan y quienes lo aprueban. Grupos pro aborto que ven en la legalización/despenalización del mismo una efectiva solución a muchos problemas sociales contemporáneos; y grupos antiaborto que repudian el hecho por considerarlo un problema todavía más grave, que no aporta solución alguna y que, por el contrario, amenaza los valores éticos que dan cohesión a la sociedad. Argumentos a favor y argumentos en contra, todos llenos de matices, de puntos débiles y fuertes, de sustentos científicos, sociales, personales y religiosos. Dos posiciones contrarias que a través de razonamientos distintos persiguen el mismo fin: la defensa de un derecho humano, el más preciado que se tiene. El de la vida.