febrero 26, 2007

De sonidos y silencios: ensayo sobre la opinión pública y el comportamiento social que de esta deriva

Salvo rarísimas excepciones, como el escritor J.D. Salinger o algún otro genial iluminado que sus razones tendrá o habrá tenido, los humanos somos seres sociales dispuestos a hacer cualquier cosa por pertenecer a un grupo, ya sea por motivos tan existencialmente angustiantes que resultan sinsentido o por mero instinto de supervivencia.

El mecanismo mediante el cual convivimos con nuestros pares con fines tan variados como el trueque, una palabra de aliento, el coito, el bienestar común o la mera compañía, se llama integración, y las mujeres y los hombres -sin importar nuestra edad, nacionalidad, religión, orientación sexual, traumas o fenotipo- estamos dispuestos a sacrificar cualquier cosa con tal de acceder a ella, incluso nuestro propio juicio (Noelle-Neuman).

Sí, porque sin toda la parafernalia que constituye a la vida en grupo –que aunque los teóricos se empeñen en subrayar su carácter cada vez más individualista se mueve y se seguirá moviendo en masa-, los seres humanos resultamos individuos indefensos, pequeños niños desnuditos y perdidos en medio del bosque. A algunos les toca sufrir este tipo de exclusión por motivos que van desde la genialidad hasta la completa idiotez, pasando por algunas deficiencias de tipo genético o fatal que no les permiten integrarse a la vida o que insta a los demás a apartarles; pero al individuo promedio le resulta aterrador pensar en la idea de ser excluido: una espeluznante, horrible, espantosa e inaceptable posibilidad.

Por eso se habla y por eso se guarda silencio, por eso se reprimen o ponderan comportamientos: porque la presión del grupo es la que dicta y guía, y las discrepancias son sólo para aquellos afortunados a los que poco importa el castigo del aislamiento, normalmente excéntricos virtuosos, férreos soñadores o héroes tristes.

Si se reprimen ideas de cualquier índole “en virtud” de otras, ¿de dónde se obtienen estas últimas que fungen como la escala de lo socialmente aceptable y lo cotidianamente repulsivo, merecedor del desprecio general? De instituciones creadoras de opinión, llámense iglesia, familia o Club de Tobi pero, sobre todo, llámense Medios de Comunicación Masiva.

No se trata de echarle la culpa a los medios de todas las atrocidades mentales y de comportamiento que se llegan a cometer, ni tampoco de glorificarlos desmedidamente por alguna cosa buena que pudiesen propiciar, pero es innegable su participación en la construcción de las opiniones individuales y grupales, ya que constituyen la principal referencia en cuanto a la evaluación del clima general de opinión para poder decidir con quién te vas o con quién te quedas, qué dices o qué dejas de decir con tal de pertenecer a la mayoría cuyas opiniones prevalecerán, o bien a la minoría que sin duda predominará en el futuro. No se trata necesariamente de tener razón, sino de contar con apoyo. Se trata de ser incluido. Se trata de anestesiar ese terror a la soledad. Es cuestión de supervivencia.
Entonces, ¿cómo se generan nuevas opiniones? A aquellos virtuosos excéntricos, soñadores férreos o tristes héroes –cuyas intensiones pueden ser tan buenas como malas o tan rosas como grises- al principio les toca pregonar y sufrir solos por su causa, hasta que a alguien con el mismo valor -o el mismo grado de estupidez- se le ocurre prestar oídos y se les une, y luego otro, y después otro, y uno más hasta que la bolita de nieve se vuelve una avalancha y alguien decide mediatizarla. Y es aquí donde el camino se bifurca: si los medios apoyan o desaprueban, se tendrá uno u otro resultado: la ansiada inclusión o la temida exclusión.
Aunque cierto es que existen tácticas para ganarse la aprobación. Por eso surgieron el nazismo y la reforma, y tenemos ahora derechos humanos, drogas legalizadas, matrimonios homosexuales, empresas socialmente responsables, la onda new age y a Felipe Calderón como presidente, entre otros. Cosas buenas o cosas malas, según la opinión pública opine.

4 Comments:

Blogger Caro Albahaca said...

Un líder necesita un grupo para ser líder pero ¿el grupo necesita del líder?

10:33 a.m.  
Blogger Luis Alvaz said...

Sin embargo, la Opinión Pública, ya se una "Espiral del Silencio" (Noelle-Neumann) o parte de un proceso racional (Habermas), está matizada por la incontenible neceisdad de interacción.
El problema con la OP, es que está mediatizada y en la mayoría de las ocasiones manipulada. Es por eso que muchas veces preferimos tener la visión "apocalíptica" de Sartori (Videopolítica), que cualquier otra teoría.

9:41 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Nos encontramos ante el Cuarto Poder (Edmund Burke), los medios de comunicación, pues como leí hace poco, los medios no se limitan a reflejar la opinión publica en la que "se basa la democracia", si no que puede crear esa opinión publica...
Muy buen post... Gracias por visitar mi blog.. Saludos..

9:42 a.m.  
Blogger autZima said...

Muy buen post!!!

Saludos

10:53 p.m.  

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