septiembre 25, 2007

Hoy fue un día tan feliz que al final no pude sino sentirme triste. Creo que, después de todo, la mayor de mis desdichas recae en ser tan putamente feliz y no saber ni por qué. Con todo y los malos humores, las quejas, la hipoglucemia y el cabello rebelde. Alguna vez dije que la felicidad se lloraba, hoy sólo voy a sollozarla tantito.
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Mañana fría, tú doblas por la esquina al compás de una canción.
Buen desayuno, lo único rescatable de ese platillo
es el queso manchego de pésima calidad.
Clase tan aburrida que no queda más que poner atención
y nos regalan un chocolate.
Mediodía, te veo venir, ni sabes que me encantas.
Me alborotas la hormona y pienso tonterías. Te vas,
porque no sabes y aunque supieras quizá te irías también.
Tarde de deep purple y the doors
tooooooouuuch me baby
Me escribes desde Moscú y aunque estuvieras
a mi lado yo seguiría diciendo no no no.
Nos vamos al gimnasio. Tarde fría
pedaleando bicicletas, el viento en la cara
correr por la pista,
invitarte a un viaje
regalarte manzanilla
eso es la felicidad,
improductiva.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Coincido que a veces la felicidad se llora, pero a mí me gusta más cuando de golpe nos obliga a sonreir (digo sonreir, no lanzar una carcajada) y todo huele a dulce.

4:32 a.m.  
Blogger Gomita de Naranja said...

A veces no entiendo... y me pregunto si debería.

11:51 a.m.  

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