noviembre 10, 2006

Mi abdomen se fue a visitar al carajo la semana pasada. Como yo tenía exámenes y muchos trabajos, le dije:


- Wey ¿Por qué no te vas de paseo? Mira que estos días me la voy a pasar sentada muchas, muchas más horas que de costumbre, no iré al gimnasio -lo cual creo que a ti te alegra- y, sobre todo, ingeriré MUCHA, pero que mucha azúcar porque ya sabes que la hipoglucemia hija de puta es una cabrona y cuando menos la requiro -de hecho, nunca la requiero- es cuando más roñosa se pone y reclama atención. Entonces, Abdo...mira, tómate unas vacaciones.


Pudiendo irse a un chingo de lugares, como a Madrid, a Cuba, a Veracruz, al D.F., qué se yo, al Himalaya...; No. Escogió El Carajo como destino paradisíaco.


Pero los días pasaron y se fueron. Hoy, que entregué la última tarea de este ceñido trecho académico, le hablé por teléfono a Abdo para decirle que no fuera colgado, que ya se regresara, a lo que muy petulantemente respondió:


Óqiwmrfopima{pmkfasdápisdkc+pakmsd+c

YO: Mira listillo, regresas porque regresas, y no me amenaces con que te vas a inflamar si te llevo al gimnasio, que ya sabes que el gimnasio es al los abdómenes como tú lo que la escuela para nosotros. Me dijo:

Ákwdmcapmsdc+pakmsdpckmasdpkmcaskpdmcalksdmc


Y como Abdo posee unas habilidades retóricas admirables, me ha convencido de darle este fin de semana también. Total, cuando se va al carajo, mal que bien, siempre se divierte.